El nearshoring ocurre cuando las empresas desplazan sus capacidades de producción a países más cercanos. Hoy es una gran oportunidad de crecimiento en América Latina tras la pandemia del COVID-19.
Según Oxford Business Group, la interrupción de la cadena de suministro ocasionada por la pandemia ha llevado a muchas empresas multinacionales a replantearse sus operaciones de producción a través de modelos como el nearshoring. Incluso antes de COVID-19, la estrategia de “China+1” se estaba volviendo cada vez más común. Pero el aumento de los costos de producción, combinado con la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, había llevado a algunas empresas a diversificar la producción en países terceros, sin dejar operaciones en Asia.
Otra opción que se está volviendo más común es la de “reshoring”, o llevar la producción de vuelta al país en el que está basada la empresa. Sin embargo, en muchos casos, aunque esto proporciona una estabilidad adicional también implica renunciar ventajas económicas más amplias.
La deslocalización cercana o nearshoring, constituye una solución intermedia, que ofrece una serie de ventajas potenciales en relación con la deslocalización tradicional: menos diferencias culturales, lingüísticas y de zonas horarias; mayor participación en la toma de decisiones del día a día; reducción de los gastos de viaje; mayor armonización reglamentaria; y menos riesgos en cuanto a la propiedad intelectual.
Las economías emergentes con proximidad geográfica a los mercados consolidados -incluidos varios países de América Latina- están bien posicionadas para aprovechar el repunte del nearshoring.
Así como dijo Francisco Santos, embajador de Colombia en los EE.UU., recientemente a Reuters, América Latina podría ser “la gran ganadora” en el panorama de nearshoring post-Covid-19: “En cinco años, la economía será radicalmente diferente de la que tenemos ahora”.
Líderes regionales en nearshoring
En América Latina, dos países en particular se destacan como opciones accesibles en cuanto a nearshoring: México y Colombia.
Los EE.UU. tienen acuerdos de libre comercio con México, Colombia y Chile, así como con varios países de América Central. De éstos, Chile, relativamente próspero, es quizás la opción menos atractiva para actividades de nearshoring en gran escala, mientras que América Central está lidiando con una serie de desafíos.
México ya es el mayor socio comercial de los Estados Unidos y, por lo tanto, es una opción lógica de nearshoring para las empresas estadounidenses. El Acuerdo México- Estados Unidos-Canadá (USMCA por sus siglas en inglés), en vigor desde el 1 de julio, también será una gran ayuda.
El país tiene varias características que lo convierten en un importante lugar para nearshoring, entre ellas una serie de centros urbanos, una mano de obra desarrollada y la proximidad con los Estados Unidos.
Además, México tiene una economía muy diversificada y niveles de especialización cada vez mayores. Su bien desarrollada capacidad industrial y de fabricación es quizás más evidente en los segmentos de la automoción y la aviación.
Colombia está igualmente preparada para beneficiarse. “Gracias a la favorable zona horaria del país, hay posibilidades sustanciales para mejorar las actividades de nearshoring a mediano plazo”, dijo a OBG Pedro Fernández, vicepresidente de Innovación e Inteligencia sectorial de ProColombia, una agencia gubernamental.
De hecho, antes del Covid-19, Colombia ya estaba orientada hacia oportunidades de nearshoring. La industria de la subcontratación de procesos empresariales sólo en Bogotá ha experimentado un crecimiento anual del 16% en los últimos tiempos, según la agencia de promoción de inversiones de la ciudad.
“La subcontratación de procesos empresariales es actualmente uno de los mayores empleadores de Colombia, y las proyecciones predicen que podría haber hasta 15.000 empleos más creados después de Covid-19 sólo en los centros de llamadas”, dijo Fernández.
Cabe destacar que la pandemia no parece haber afectado seriamente a la industria de servicios de Colombia. Por ejemplo, la empresa de gestión de clientes Konecta anunció recientemente que el 70% de su negocio se había trasladado al trabajo a domicilio, y hasta ahora no se ha perdido ningún empleo.
Además, el peso colombiano ha visto su valor caer alrededor de un tercio frente al dólar este año, lo que garantiza mayores márgenes de beneficio.
Otros países de la región, así como naciones caribeñas como Trinidad y Tobago, también están trabajando para aumentar su atractivo para empresas de nearshoring. Si ciertos obstáculos logran superarse, México y Colombia podrían pronto enfrentarse a una competencia feroz por parte de sus vecinos regionales.
Desafíos regionales
Es necesario abordar diversas cuestiones para aprovechar todo el potencial de nearshoring de la región en su conjunto. Una es la falta de inversión privada. A fin de atraer la inversión extranjera directa, será necesario hacer que la regulación y los regímenes tributario sean más atractivos para las empresas extranjeras.
Otra es la infraestructura. Si bien México comparte una frontera terrestre con los Estados Unidos y Colombia tiene rutas marítimas directas desde sus diferentes puertos, otros países necesitarán impulsar su infraestructura de transporte a fin de garantizar un paso sin fricciones hacia el norte para los productos manufacturados.
Del mismo modo, en muchas partes de la región es necesario consolidar la infraestructura digital, clave para el éxito de las operaciones de nearshoring, mientras que en otras el suministro de energía también puede ser poco fiable.
Por último, y tal vez lo más importante, los países de América Latina deben seguir dando prioridad al desarrollo de un importante número de mano de obra calificada. En este sentido, Colombia es un ejemplo destacado, ya que se ha fijado el objetivo de convertirse en la nación “más educada” de América Latina para 2025.
A pesar de estos desafíos para mediano plazo, América Latina está en una posición fuerte para desempeñar un papel de liderazgo, en lo que muchos anticipan que será un fuerte crecimiento de nearshoring durante la recuperación posterior a la crisis de Covid-19.