HPE entre los líderes de almacenamiento de Gartner
La aparición del Coravirus ha demostrado la importancia y la utilidad de la tecnología para enfrentar grandes problemas, sin embargo el pesimismo y el optimismo siempre se hacen presentes cuando ocurren cambios tecnológicos.
Por: Lazslo Beke, Presidente de Bekesantos.
Las preocupaciones y el pesimismo contemporáneos son el reflejo de un patrón histórico. La lección más importante se refiere a la tecnología misma, cualquier tecnología poderosa puede ser utilizada para bien o para mal. Internet disemina conocimiento, pero también se vuelven virales videos donde personas son decapitadas. La biotecnología puede aumentar la productividad de los cultivos y curar enfermedades- pero también puede llevar a crear armas letales. La tecnología por sí sola no tiene agenda: las opciones que la gente selecciona son las que le dan forma al mundo.
En cada caso histórico de cambio tecnológico, la desilusión nació de una mezcla de esperanzas no cumplidas y de consecuencias imprevistas. La tecnología libera fuerzas de creación destructiva, así que es natural que conduzca a ansiedad, para cualquier tecnología sus inconveniencias a veces aparentan exceder sus beneficios. Hoy esto ocurre con varias tecnologías simultáneamente y el resultado es el de un mayor tecno-pesimismo y este puede ser exagerado. Frecuentemente la gente se focaliza en los problemas que causa una nueva tecnología, mientras asume sus beneficios como algo natural. Las preocupaciones por el exceso de “tiempo-de-pantalla” de los hijos habría que sopesarlas contra los beneficios mucho más sustanciales de la comunicación ubicua y el acceso instantáneo a información y entretenimiento que los teléfonos inteligentes facilitan.
Pesimismo
En el comienzo de estos años 20 del Siglo XXI el optimismo es algo que escasea. Las nuevas tecnologías que han dominado la más reciente década aparentan estar empeorando las cosas. Se suponía que los medios sociales acercarían a las personas. En la primavera árabe en 2011 eran aclamadas como una fuerza liberadora. Hoy se les conoce mejor como invasoras de la privacidad, por la divulgación de la propaganda y por socavar la democracia. Los padres se preocupan qué sus hijos hayan sido convertidos en zombies-adictos-a-la-pantalla por los teléfonos inteligentes.
Las tecnologías que aparentemente dominarán la próxima década también producen una sombra oscura. Inteligencia Artificial (IA) podría arraigar el sesgo y el perjuicio, amenazar muchos puestos de trabajo y además consolidar en el poder a líderes autoritarios. Los vehículos auto tripulados todavía no operan, pero aun así logran matar a gente.
El inevitable progreso
Un ambiente de pesimismo ha desplazado “la idea del inevitable progreso nacido de las revoluciones científicas e industriales”. Curiosamente esas exactas palabras provienen de un artículo publicado en 1979. El sombrío panorama de hoy está centrado en los teléfonos inteligentes y los medios sociales, que despegaron hace una década. Sin embargo, las inquietudes que las tecnologías se hayan desviado y que puedan hacer más daño que bien han ocurrido antes. El desánimo de los años ´70 fue provocado por preocupaciones asociadas a sobre población, daño ambiental y la posibilidad de inmolación nuclear. En los años ´20 del Siglo XX la reacción fue contra el automóvil, que anteriormente era la respuesta milagrosa a la aflicción causada por las carretas tiradas por caballos, las cuales llenaban las calles de ruido y excrementos y causaban congestión y accidentes.
El remedio a problemas relacionados con la tecnología es frecuentemente más tecnología. El airbag y otros dispositivos de seguridad disminuyeron las muertes en Estados Unidos por accidentes automovilísticos de 240/1 billón de millas en 1920 a 12 hoy en día. El mejor ejemplo es cambio climático. Es difícil concebir una solución que no dependa, aun cuando sea parcialmente de innovaciones en energía limpia, captura de carbono y almacenamiento de energía.
Techlash, el rechazo por la tecnología
El techlash (rechazo a la tecnología) es un paso necesario en la adopción de importantes tecnologías nuevas. Desde la mejor perspectiva, esta discusión que genera el rechazo ayuda a conformar el acomodo de la sociedad a las innovaciones e impone reglas y políticas que limitan su potencial destructivo, el ajuste al cambio o la negociación de un equilibrio. El escepticismo saludable significa que esos temas se resuelven dentro de un debate amplio, no dentro de un círculo de tecnólogos.
Pesimismo político
Quizá la fuente real de la ansiedad no es la tecnología per se, sino más bien las crecientes dudas en las habilidades de las sociedades de hacer ese necesario debate, y producir buenas respuestas. En este sentido, el tecno-pesimismo es un síntoma de pesimismo político. Pero, existe algo perversamente reasegurador con respecto a esto: un debate complejo es mejor que el hecho que no exista debate. La historia argumenta, en general, a favor del optimismo. La transformación tecnológica ocurrida desde la revolución industrial ha ayudado a reducir problemas ancestrales como la mortandad infantil, el hambre y la ignorancia. Pero la solución a los problemas reclama la implementación de más tecnología, no menos.
Este artículo en buena parte es una traducción libre de “Pessimism v progress” https://econ.st/2tutJcM. También aparece en mi blog http://bit.ly/2Uhc566.