El fraude #1 dentro de las organizaciones mexicanas es el robo de información. Este año, 85% de las empresas mexicanas han sido víctimas de algún tipo fraude, mientras que 49% de las personas que cometen fraude en las compañías son empleados con un rango junior o de entrenamiento.
Actualmente, el panorama de la corrupción en México es una de las problemáticas más importantes de atender en el país, que no solo está relacionada con entes gubernamentales; la práctica es cada vez mayor en las compañías, por ello, Kroll México, empresa líder mundial en investigaciones corporativas, mitigación y control de riesgos, da a conocer los perfiles de aquellos que deciden realizar fraudes en las empresas donde trabajan.
De acuerdo al Reporte Global de Fraude y Riesgo 2017-2018 elaborado por Kroll, los empleados juniors o en entrenamiento (49%); así como ex empleados (37%), y proveedores de servicios de tecnología (34%) son los responsables de llevar a cabo algún tipo de fraude en las compañías.
Con años de experiencia tanto en investigaciones internacionales como nacionales, la empresa Kroll detectó acciones y comportamientos comunes de los defraudadores. Al respecto, Brian Weihs, Director General de Kroll México comenta, “Sabemos que no todos los defraudadores son iguales, quieren ser invisibles la mayor parte del tiempo, sin embargo, hay ciertas características que podemos notar se repiten en cada uno de los casos trabajados y nos permiten hablar de un perfil del ladrón corporativo”.
Ocho las características que identifica Kroll
- No se suelen tomar vacaciones. Prefieren no tomar un receso para no ser descubiertos cuando no están en la oficina.
- Son empleados de confianza. Generalmente se acercan a los dueños o presidentes de empresas y ganan su confianza rápidamente.
- Son los últimos que salen de la oficina al terminar la jornada. Es en esos periodos de tiempo en los que la oficina está vacía o con menor afluencia de público y empleados, es cuando se cometen las arbitrariedades.
- Mantienen un bajo perfil dentro de la empresa. Con el fin de encubrir sus actividades, los defraudadores tratan de seguir con su “vida normal” al interior de las empresas, de tal manera que su conducta no despierte sospechas entre sus compañeros de trabajo ni superiores.
- Logran despistar por completo. Los defraudadores, en general tienden a tener una educación por encima de la media, son de trato agradable y representan al ciudadano común al simular una vida familiar estable.
- Van más adelante que todos. Los defraudadores día a día se están adelantando a los controles, pues suelen tener un conocimiento muy detallado de la forma en cómo opera la organización y sus sistemas de información.
- Se manejan como “dueños” del sector donde trabajan. Al tener conocimiento de todo tipo de controles y la confianza de sus superiores, se manejan dentro de su sector de forma muy natural y rápida.
- Rechazan injustificadamente ascensos o rotaciones. Generalmente no buscan ser promovidos ni cambiados de sector para no perder la relación con el proveedor con el que está haciendo su negocio paralelo.
Este tipo de características, es un parte del panorama, hay otros puntos a analizar. La fórmula que puede llegar a desencadenar algún tipo de fraude en las compañías contiene cuatro elementos importantes: el incentivo, la racionalización, oportunidad, y la capacidad. Estos forman el “Diamante del Fraude” desarrollado por David T. Wolfe, y Dona R. Hermanson.
“Tomando en cuenta los cuatro ejes del “Diamante del Fraude”, resulta más claro entender la problemática al interior de las compañías. Presiones y situaciones agobiantes, son incentivos para propiciar un comportamiento ilícito; estos se convierten en argumentos válidos para llevar a cabo acciones indebidas; si no hay un control efectivo dentro de la compañía que sancione claramente el delito, la oportunidad de cometerlo es mayor, y finalmente si se tiene el conocimiento necesario para llevar a cabo el acto regular, el resultado final detonará en un fraude”, explica Arturo del Castillo, Director Asociado de Kroll México.
¿Cómo solucionar esto?
Son necesarios los controles permanentes, y el castigo legal a quienes estén cometiendo alguna falta. “Si las empresas identifican al ladrón corporativo y en lugar de denunciarlo solo lo despiden sin causa y con indemnización, en definitiva, están generando un escenario de fraudes continuos ya que el resto de sus compañeros se sentirán impunes”, indica Arturo del Castillo.
Las empresas deben estar atentas no solo a no generar ambientes propicios para el fraude, sino también a identificarlos rápidamente. “Con un castigo legal podemos terminar con el problema de raíz. Lo importante es que la empresa esté dispuesta a invertir dinero y tiempo en los procesos judiciales”, concluye Brian Weihs.