La factura electrónica se encuentra en pleno proceso de expansión en el mundo y Chile no podía quedar por fuera, más cuando hablamos de un intercambio de unos 40 billones de facturas en este formato y más de la mitad de éstas corresponden a Latinoamérica, que ya se ha convertido en la región más avanzada en este ámbito a nivel internacional.
En Latinoamérica utilizan la factura electrónica países como Brasil, Colombia, Argentina, Costa Rica, Guatemala y México. Chile fue el pionero a nivel mundial en implementar la facturación electrónica en 2003, pero lo hizo de forma voluntaria, mientras los demás países de la región la aplicaron con carácter obligatorio. Brasil alcanzó la mayor penetración de mercado, superior al 90%, a nivel internacional.
En Chile, más de la mitad de las facturas intercambiadas anualmente son electrónicas. Este fenómeno se ha dado porque los gobiernos han impulsado este sistema desde el inicio, obligando su implantación en muchos casos. El objetivo de esta medida es la reducción de la evasión de impuestos a través de comprobantes cuya emisión y validación ocurra casi en tiempo real.
La factura electrónica es uno de los proyectos centrales en el ámbito de simplificación tributaria de la Agenda Pro Crecimiento que el gobierno chileno viene impulsando. Tras su puesta en marcha, el Servicio de Impuestos Interno (SII) quiere masificar su uso con la utilización de la firma digital, proceso inciado en 2001.
La firma digital permite en la actualidad que se intercambien documentos electrónicos con la plena confianza de los usuarios, acerca de la identidad de los emisores y la integridad de los datos que contienen. En el año 2003, el SII declaró la masificación de la factura electrónica para todos los contribuyentes. A partir de 2017, el uso exclusivo de la factura electrónica será obligatorio en Chile.
Seguridad el aliado de la facturación
En Latinoamérica, la seguridad es un tema prioritario, por lo que se adoptan esquemas de firmas digitales, cuyas ventajas se ven en los procesos de facturación. Otro aspecto positivo es que se reduce el tiempo del ciclo de pagos, lo que supone un aumento de la productividad y permitirá un envío puntual o incluso anticipado de los pagos. Esto hará que los proveedores reduzcan sus precios e incluso ofrezcan incentivos.
Al aumentar la seguridad, se adquieren una serie de condiciones que su versión clásica no tiene. Por ejemplo, el sello que emite, al ser generado por medio de tecnología digital, es único e irrepetible. Además, se ofrecen garantías de autenticidad e identidad del origen de la factura y de la integridad de su contenido: garantiza que nadie lo haya modificado.
Entre las peculiaridades de la facturación electrónica chilena está el hecho de contar con una firma digital, formada por un conjunto de caracteres encriptados que permiten al receptor verificar la autenticidad del origen o emisor de la factura, y la integridad del documento.
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