La compra de la empresa finlandesa Nokia continúa trayendo problemas a su nueva dueña, Alcatel-Lucent. La compañía franco estadounidense está obligada a despedir más de 2.000 puestos de trabajo, como consecuencia de la adquisición de Nokia.
Los directivos de Nokia están obligados a despedir 1.400 trabajadores en Alemania y 1.300 en su país de origen, Finlandia, además de otros miles de cargos en otros países como parte del costo que deben pagar tras la adquisición de Alcatel-Lucent. Una medida, por cierto, muy cuestionada a nivel gerencial y empresarial.
La mayor compañía finlandesa recortó miles de puestos de trabajo en dicho país durante la última década. Esto sucedió a medida que su negocio principal, que era el de telefonía, comenzó a eclipsarse al irse incrementando la competencia con teléfonos inteligentes. El negocio de los teléfonos posteriormente fue vendido a Microsoft, quien continuó con estos recortes y luego se vio obligado a salir de esos activos.
Concentrada en la producción y venta de equipos de red de telecomunicaciones, Nokia está tratando de reducir los costos operativos por 1,03 millones de dólares para el 2018 después de su reciente adquisición de su rival franco-estadounidense Alcatel-Lucent, operación valorada en 17,7 millones de dólares.
La reducción de plantilla afectará a aquellas áreas donde existen duplicidades tras la fusión de Nokia y Alcatel, especialmente en investigación y el desarrollo, departamento de ventas y funciones corporativas. La compañía emplea a un total de 6.850 personas en Finlandia, 4.800 en Alemania, 4.200 en Francia y en torno a 104.000 en todo el mundo.
Con la fusión de ambas empresas se intentaba fortalecer la competencia con su rival sueco Ericsson y la china Huawei, en un mercado en donde el crecimiento es limitado y la competencia muy dura, por las presiones de los precios y los problemas económicos y de la devaluación del dolar, sobre todo en las naciones latinoamericanas y asiáticas.