El prestigio y la fama son dos atributos muy necesarios en el mundo de las telecomunicaciones. Hacerse del primero se logra con esfuerzo, dedicación y trabajo, y estos tres elementos combinan la producción de un producto cuya calidad y eficiencia es incuestionable. Pero, a veces, algunas empresas inflan sus méritos con el fin de escalar posiciones y colocar en el mercado su última creación.
CIO América Latina/Mario Augusto Beroes Ríos
El mes pasado, la noticia más comentada en los ámbitos empresariales y de negocios a nivel mundial, fue el hecho de que Apple fuera la primera empresa en el mundo que llegase a superar el valor de mercado de 1 billón de dólares (1 millón de millones). A su vez, la empresa ha tenido un enorme potencial de generación de efectivo, según algunas recientes estimaciones, de casi $194 mil millones. El valor en el mercado de la empresa a finales de abril era de 743 mil millones, según datos extraidos del portal web Dinero.com.
El tema no deja de generar asombro en la medida en que ese efectivo supera con holgura, una cantidad considerable de los recursos que muchos de los grandes fondos de inversión administrados pueden llegar a manejar en un país como Estados Unidos. Pero es necesario el dimensionar las cifras.
El valor del efectivo y la liquidez de Apple serían superiores al valor de mercado de algunas empresas como por ejemplo, Oracle ($193.9 mlm); Coca-Cola ($178.mlm); IBM ($171 mlm); Bank of America ($169.2mlm); Citigroup ($163.1mlm). Y aún sin su efectivo, la empresa tendría un precio de $549 mlm, que es 40% más que Microsoft, 48% más que Google, 98% más que Johnson & Johnson, 147% más que Facebook, 152% más que Procter and Gamble y 179% más que Amazon, según los datos exhibidos en el portal colombiano.
De un lado, Apple significa en el mundo actual la velocidad del cambio y de la innovación así como un cambio conceptual en la era virtual y digital. También puede entenderse como la capacidad de hacer el mundo físico adaptarse al digital y poner a reinventarse a la humanidad para entrar en la nueva era.
Eso quiere decir concretamente, que el enorme efectivo disponible de Apple y la velocidad del cambio que ha introducido la empresa reflejan hechos que desafían algunas tradicionales convenciones de la teoría financiera y puede poner a repensar la teoría económica. Por un lado, ¿qué hacer con todo ese efectivo? ¿Por qué no invertirlo?
No solamente en Apple sino en muchas empresas del mercado de capitales de Estados Unidos, viene ocurriendo que la enorme generación de efectivo en lugar de invertirse se usa para la recompra de acciones.
Según cifras recientes, las empresas que cotizan en el mercado americano recompraron poco más de $400 mlm de sus acciones el año pasado. Estas recompras no sólo han impulsado a mayores niveles los precios de las acciones sino que además, han contribuido a la disminución del “flotante” o volumen de acciones disponibles en el mercado.
La común expectativa, entre los economistas, cuando las tasas de interés están bajas es que éstas promuevan la inversión, y más cuando esas tasas de interés se ubican por debajo de la inflación. Pero no parece estarse cumpliendo del todo esa premisa.
Para los observadores cuando las empresas consideran que hay mejor retorno en la recompra de sus acciones que en destinar los recursos hacia nueva inversión para la expansión del negocio, ni siquiera las bajas tasas de interés serán suficiente estímulo.
Sin embargo, la creciente velocidad del cambio también puede estar aportando pistas o explicaciones a las bajas tasas de inversión. Es el caso de aquellas empresas que se han embarcado en transformaciones tecnológicas y no han logrado generar un retorno o terminar de hacer el cambio cuando una parte sustancial de la inversión ha quedado obsoleta o ya no está en la frontera del arte. Es decir, que la inicial ventaja competitiva se transforma en una desventaja en la medida de que a un costo menor la competencia tiene menos limitaciones o mayor capacidad de prestar sus servicios y rentabilizar su inversión.
De ahí la pregunta si realmente la empresa de tecnología vale lo que sus números dicen.