“Los líderes de la región estiman que casi la mitad (45 por ciento) de su tráfico de red proviene de tablets o teléfonos inteligentes y atribuyeron el cambio en sus necesidades de conectividad empresarial a aplicaciones como video, comunicaciones unificadas, aplicaciones de uso compartido de archivos y una creciente demanda de servicios adicionales”.
Por Héctor Silva, Director de Tecnología, Ciena, CALA
Para contribuir a aliviar la contaminación del aire y para descongestionar el tránsito en las principales ciudades de América Latina, los gobiernos locales han puesto en práctica programas que restringen el uso de automóviles durante la semana, al tiempo que lanzan iniciativas destinadas a ampliar los sistemas de metro y a hacer circular más autobuses. Estos esfuerzos han creado grandes expectativas para la solución de las necesidades de transporte en la región.
Aunque estos programas han alcanzado algunos resultados positivos, han sido incapaces de seguir el ritmo del crecimiento de la población en la región. En poco tiempo, los nuevos autobuses y metros se vieron tan atestados como las alternativas existentes antes de ellos. Con vistas a contrarrestar esta tendencia, los gobiernos y las sociedades adoptaron medidas adicionales, como construir autopistas de dos niveles, ofrecer vías con peaje para quienes puedan sufragar el gasto adicional a fin de viajar un poco más rápido, o estimular a las compañías para que la jornada laboral comience antes o finalice después de las horas pico. No obstante, algunos dicen que a pesar del esfuerzo y los gastos relacionados con esas medidas, la ampliación de la infraestructura sigue siendo insuficiente si se la compara con el enorme retraso para lograr formas eficientes de hacer que el viaje al trabajo sea más llevadero para la mayoría de los latinoamericanos.
En resumen, lo que los conductores querían y lo que las carreteras podían ofrecer comenzó a distanciarse paulatinamente, creándose una brecha, aparentemente llena de embotellamientos.
En América Latina en particular, este embotellamiento está formándose con cierta rapidez. En un estudio integral, realizado conjuntamente con International Data Corporation (IDC), publicado en febrero 2014, el 80 por ciento de los líderes corporativos de informática de América Latina indicó que anticipaba que las necesidades de conectividad de sus organizaciones prácticamente se duplicarían en los siguientes 24 meses. Los líderes de la región estiman que casi la mitad (45 por ciento) de su tráfico de red proviene de tablets o teléfonos inteligentes y atribuyeron el cambio en sus necesidades de conectividad empresarial a aplicaciones como video, comunicaciones unificadas, aplicaciones de uso compartido de archivos y una creciente demanda de servicios adicionales.
Desde exigencias centradas en el negocio hasta la interacción software/hardware, es evidente que los grandes cambios están llegando a los mercados de América Latina y el Caribe – un hecho que para mí fue ratificado cuando recorría las sesiones y exposiciones de Futurecom, donde más de 15.000 asistentes así como cientos de expositores se dieron cita para hablar de cómo las redes de telecomunicaciones pueden ser mejoradas para sustentar las nuevas tendencias.
Lo que los usuarios desean y lo que las redes pueden ofrecerles constituye un desafío porque las redes de la actualidad – creadas con una combinación de hardware antiguo y soluciones de próxima generación – no están diseñadas para brindarle al usuario lo que necesita en tiempo real. No obstante, con nuevas redes inteligentes basadas en software, podemos dejar de depender de recursos físicos solamente para satisfacer los requisitos del usuario. Estamos pasando a un mundo en el que se espera que las redes proporcionen servicios y capacidad cuando se necesita: “bajo demanda.”
Por ejemplo, los proveedores de servicio en la nube y de video en streaming procuran mantenerse a la vanguardia, creando nuevas aplicaciones y servicios over-the-top, los cuales, a su vez, están generando patrones de tráfico impredecibles. Los proveedores de servicio en la nube como Dropbox tienen estrictos acuerdos de nivel de servicio que, básicamente, garantizan un nivel de conectividad y servicio “always on” (interrumpido), y la globalización de estos proveedores de servicio en la nube implica el pasaje de un uso predecible en horas pico a picos de uso que pueden suceder en cualquier momento.
Cada día se conectan a la red más dispositivos y usuarios. Solo en América Latina, IDC calcula que el mercado IoT será un negocio de aproximadamente US$4 mil millones (finales del 2014), con una tasa de crecimiento anual compuesto del 30% hasta el 2017.[1] Esto significa que los proveedores de servicios necesitan una infraestructura que sea programable y capaz de asimilar los picos de tráfico repentinos e impredecibles.
Aunque el horizonte de 4G en America Latina y Caribe aún se encuentra en su fase inicial, la infraestructura de redes debe continuar evolucionando y escalando. Pero la capacidad de entregar o modificar sobre la marcha un servicio existente – y que la red sea capaz de proporcionarlo – sigue eludiendo a muchos proveedores de servicio.
Al igual que en una carretera, donde se necesita tiempo para pintar nuevas líneas, instalar nuevas señales y notificar a los conductores de las nuevas regulaciones, hoy en día la implementación o modificación de un servicio al cliente individual puede tardar más de 60 días, sin mencionar los 18 meses o más que lleva la creación y salida al mercado de un nuevo marco de servicio. Esto no es “Internet veloz” poniendo en desventaja a los proveedores de servicio en su búsqueda de nuevos ingresos.
A pesar de sus beneficios, las redes basadas en protocolos son rígidas y segmentadas. Para permitir todas las aplicaciones posibles con las que sus clientes sueñan minuto a minuto, los proveedores de servicios deben cerrar lo que llamamos la “brecha de agilidad” haciendo que la red sea más dinámica y programable.
Las redes de la actualidad pueden cerrar la brecha de agilidad incorporando un nuevo atributo esencial: la apertura. Las redes tienen que ser abiertas a aplicaciones de software de terceros, programables y automatizadas para responder a las solicitudes hechas por dichas aplicaciones.La apertura aprovecha los principios de redes definidas por software (SDN) para liberar a la red de las limitaciones de las operaciones basadas en protocolos y poner en control a la inteligencia y la agilidad del software (y el poder de la informática moderna). La apertura hace que la red sea más adaptable y flexible – requisitos esenciales para el mundo “siempre conectado” de nuestros días.
Mediante la programabilidad del software, los operadores pueden habilitar un terreno virtual de pruebas para nuevos tipos de servicio, cuya implementación puede ser más rápida que el tiempo proyectado de dos a 18 meses en una red estática basada en protocolos. Los cambios son mucho más fáciles de implementar cuando lo que debe cambiarse puede hacerse con solo un clic con el ratón.
Lo interesante de Futurecom 2014 en São Paulo, fue que mientras en 2013 la mayoría de las personas hablaba acerca de SDN/NFV en forma teórica. Hoy, más compañías demuestran soluciones y software que ponen a SND/NFC en contexto. Demuestra que el tráfico—al menos para las redes, si no para los vehículos— tiene probabilidades de aliviarse pronto.
[1]Predicciones de IDC para América Latina en el 2014