¿Cómo es posible que un país que está constantemente en guerra, que tiene poco más de siete millones de habitantes, rodeado de enemigos, sin una pizca de recursos naturales y con una superficie equivalente a la región de Coquimbo, produzca más startups o empresas tecnológicas con potencial de alto impacto que cualquier otro país en el mundo? ¿Qué es lo que tiene Israel que no tiene China, Canadá, Corea del Sur, Japón e incluso Estados Unidos?
Yo tuve la suerte de estar ahí. Fui a Israel por diez días y me di cuenta de que todas las personas que habitan ciudades como Jerusalém o Tel Aviv son emprendedores por naturaleza. La universidad y el estado en general son activas fuentes de capital de riesgo. Israel se dio cuenta que posee algo mucho más grande que tecnología: un activo inmensamente superior llamado actitud. Y no porque sean expertos en armas o que estén en medio del caos que los hace protagonistas de otro nefasto episodio en Gaza, sino que se trata simplemente de la actitud que ellos tienen y que todo el mundo debería imitar.
En Chile vamos en camino. A mis cortos siete años como emprendedor he visto crecer una industria que antes te ponía obstáculos, sin contar lo esquivo que significaba conseguir recursos o ser parte de una plataforma de emprendimientos como lo son hoy las incubadoras y aceleradoras en nuestro país, que proliferan a una velocidad increíble. ¿Qué le falta a Chile para el despegue? ¿Por qué no tenemos casos de éxito como Dropbox, Foursquare o Instagram, si el gobierno ha invertido en programas como Start-Up Chile y en otros proyectos de esta línea? La universidad más cerca del estado quizás, o más cerca de la empresa. ¿Faltan talentos? No señor, lo que falta es cultivar la actitud en las personas, desde chicos. No se trata de saber programar, de habilidades comerciales o cognitivas más complejas. Afortunadamente he conocido a muchos emprendedores que tratan de empujar sus proyectos pero no con la actitud suficiente para llevarlo adelante.
Retomando el caso de Israel, presencié charlas de fundadores de startups que no eran grandes negocios, pero sus fundadores tenían las herramientas comunicacionales para pararse frente a cualquier inversionista y mirarlo de tú a tú… eso sí que cierra negocios. Vamos, no quiero dejar la sensación de alarma o que no tenemos arreglo, o mucho menos que estamos a años luz, sólo me gustaría explicar que debemos cultivar la actitud y nuestras habilidades blandas, gestionar sobre lo que no sabemos porque sobre lo que ya sabemos está cubierto, según mi perspectiva, eso va a hacer que logremos cambiar de una vez por todas el rumbo del emprendimiento en nuestro país.
Mario Bustamente, fundador de Agronet