Abeliansky explicó que “las tecnologías de construcción, tecnologías de transporte y las tecnologías de la información y la comunicación sólo son eficaces en las ciudades cuando están subordinadas a las necesidades de la vida cotidiana de las personas y las comunidades”.
Esta cuestión en particular es importante para uno de los grandes retos sociales, éticos, políticos, jurídicos y técnicos. El concepto de la privacidad es central para el análisis del funcionamiento de las ciudades digitales ya que, como sostiene Alejandro Abeliansky, “la principal característica de las ciudades es que el gran tamaño de su población significa que la mayoría de la gente son extraños entre sí, y que la creación de la seguridad en ese contexto es muy diferente a la creación de un pueblo o aldea.”
Los lugares que desdibujan las distinciones entre lo público y lo privado pueden ser peligrosos. Los parques y plazas en los suburbios de baja densidad de población y viviendas, por ejemplo, que carecen de sistemas de vigilancia terminan siendo lugares donde hay menos probabilidad de una intervención preventiva en un mundo de la información digital”, continuó Abeliansky.
Para Abeliansky, “el uso de a nivel global de los dispositivos móviles ha creado una masa de información que se difunde en el mundo que nos rodea. Esto es resultado de acciones individuales deliberadas pero con impacto colectivo: cuando compartimos fotos geo-etiquetadas a través de las redes sociales, por ejemplo; o si se utiliza un auricular bluetooth para hacer una llamada a través de un teléfono móvil, estamos a todo momento brindando información fácil de interceptar.”
En otros casos, es incidental. La ubicación y el movimiento de los sensores de GPS en nuestros teléfonos inteligentes no es anónima a nuestros proveedores de la red y se agregan a la de otros de la zona que se están moviendo de manera similar.
Esa información se vende a los servicios de información de tráfico, por lo que se puede vender de nuevo a nosotros a través de los sistemas de navegación por satélite en los coches para que nos ayuden a evitar la congestión del tráfico. Como resultado, una de las preguntas que más habría que discutir son: ¿quiénes son los propietarios de todos estos datos?
Las respuestas a estas preguntas no son sencillas, pero son importantes. La disposición de la privacidad en entornos urbanos es fundamental para asegurar la privacidad y seguridad de la totalidad de sus habitantes. Sin duda, es cierto que las organizaciones de todo tipo y tamaño están compitiendo por los nuevos mercados y oportunidades de la economía de la información que se crean, en parte, por el aumento de la disponibilidad de la información personal.
Eso es simplemente la consecuencia natural de la aparición de un nuevo recurso en una economía competitiva. Pero también es cierto que debemos tratar de establecer un consenso equitativo entre nosotros de cómo se utiliza nuestra información; por lo que es imperante tener en cuenta en detalle el papel de las empresas, los consumidores, las comunidades y las instituciones políticas a la hora de diseñar políticas públicas que resguarden legalmente la privacidad de los ciudadanos.
Mientras que algunos de estos desafíos pueden abordarse con soluciones de tecnología, algunos de ellos sólo serán abordados por los ciudadanos activos. Para Abeliansky, “la lección de la vida privada es que todos necesitamos ser guardianes sofisticados de nuestra propia seguridad – al igual que nos hemos convertido en compradores más sofisticados de los alimentos y los usuarios de la tecnología”.
Tenemos que ejercer esa sofisticación en la elección de comprometernos con las organizaciones cuyos enfoques para la seguridad y privacidad de nuestros datos sea respetuosa y transparente, y que construyen una relación o transacción de valor mutuo. Por supuesto que la agenda de seguridad en la era digital no es nueva pero, como sostiene Abeliansky, “la tecnología se extiende más y más en los sistemas de ciudades del conocimiento, y en nuestras interacciones en ambientes de la ciudad, hay que recordar que la seguridad está en el corazón de las ciudades, no sólo de la tecnología.”