Sea cual sea el comportamiento de la economía mundial, las sorpresas poco gratas de la naturaleza, los conflictos políticos globales, o simplemente los cambios y problemas de nuestra vida cotidiana, es un hecho que estamos completamente atrapados en las redes sociales y que su impacto en nuestra vida es tan escandaloso que no hay duda que todos recordaremos, así como el 9/11, el día que empezamos a interactuar y desarrollar relaciones en Facebook.
Los adelantos de la tecnología en las comunicaciones siempre han sido motivo de análisis y dentro de este marco sorprende mucho la irrupción de las nuevas convenciones de relación social que fundan una transformación provocativa en los hábitos y costumbres de la sociedad.
La explosión de las redes sociales ha puesto en duda los grandes principios del marketing y las comunicaciones, es así que decenas de expertos en las nuevas tecnologías quedan destituidos ante un fenómenos TAN cambiante, como lo es el crecimiento de las redes sociales que no responde ni a las leyes del marketing, ni a las leyes de la economía tradicional.
Sin duda, los social networks han cambiado la forma de comunicación, y más nos vale subirnos a este tren pronto y saber que será un “ride” (viaje) bastante acelerado. Sólo hay que ver las estadísticas para saber el gran impacto de este fenómeno. Facebook tiene un billón de usuarios, LinkedIn recientemente alcanzó los 200 millones de usuarios. El número de personas que utilizan las redes sociales crece sin medida y con este crecimiento viene la necesidad de saber hacer buen uso de estos canales de comunicación para todos los aspectos de nuestra vida.
Las redes sociales trascienden estilos de vida y provocan una metamorfosis en el vocabulario de los individuos, a su vez estos cambios producen anarquía en el mercado y desconcierto persistente en los empresarios.
Recordemos cuando hace unos años nadie le daba LIKE a la soltería ni el matrimonio de nadie, seguía en Twitter a Obama ni se quejaba de un producto en Facebook. Hoy la vida personal y profesional de uno se abre al público sin control; el compartir todo sobre nosotros se ha vuelto una rutina, un quehacer más en nuestro día. A nivel profesional, Facebook no es un medio de entretenimiento para nuestros pequeños “breaks” del día laboral. Hoy en día las empresas se encuentran ante el desafío de contar con expertos que puedan manejar sus cuentas en redes sociales mejor que las de la competencia y puedan ir poco a poco reemplazando la publicidad y el marketing por posts en redes sociales, además de hacer un recruiting virtual a través de LinkedIn. Innovación y liderazgo son la palabra del momento y como quien dice “el que no corre vuela.” Su competitividad en el mercado depende en mucho de su excelente dominio de estas redes. Ya no es novedad para ellas que el consumidor es, hoy por hoy, mejor informado y que cuenta con un acceso enorme a información que le permite comparar, analizar y tomar mejores decisiones. El consumidor hoy tiene muchos canales para informarse y tomar decisiones acertadas, ya no cree en los mensajes de una celebridad de manera ciega ni es una publicidad atractiva capaz de incentivarlos directamente a la compra. Hoy en día resulta mucho más complicado el vender, el atraer, el cautivar. Esto llama con un grito muy fuerte a la innovación, a la renovación y re estructuración de ideas, a tomar más riesgos y a escuchar a un consumidor que ahora tiene voz y voto y una opinión que transmitir.
Hoy en día, la única manera de conocer verdaderamente al consumidor es investigar en las redes sociales, y entender que comen, donde van, que piensan, que disfrutan, que les gusta y que no. A su vez es necesario producir reacciones de su parte y monitorear la percepción sobre nuestra marca. Ya a sean quejas, halagos, preguntas o simples comentarios, todo sirve para saber más, mucho más de lo que nunca nos imaginamos poder averiguar. Es necesario transmitir mensajes que les lleguen y que tengan un impacto en sus emociones, pero de manera empática y con el dialogo correcto. Esto ya ha sido perfeccionado por empresas como Target o Pepsi que han ideado campanas fascinantes y que claramente cuentan con un equipo con criterio, información, con un conocimiento amplio sobre tecnología y la identidad de la empresa.
De esta manera al estar las marcas totalmente sumergidas en la dinámica de las redes sociales, se provocan afectos, emociones y pasiones que las compañías deben reconocer y trabajar en su beneficio y que sirven de motivador a otras empresas que no quieren quedarse atrás.
Es así, que puedo concluir que las redes son simplemente parte de la evolución de los humanos. Ya no hay escape alguno al impacto y poder de las redes sociales. El que diga que no quiere tener nada que ver con esta revolución, pronto vera que sin importar la edad, el sexo, la nacionalidad o profesión, las redes sociales ya han invadido su vida silenciosamente y se han hecho necesarias. Tanto a nivel personal, profesional o definitivamente en nuestros negocios, no tenemos más que someternos a este “desconcierto” cibernético si queremos mínimamente “pertenecer e influenciar.” Sino pregúntenle al Papa Benedicto XVI quien recientemente se unió a Twitter.
Por Moira Pino Estenssoro