Cuando el futuro de los ciudadanos está en juego, no existen expresiones de deseo que puedan convivir con la exclusión y la desigualdad social.
Mientras las políticas de Estado, den a Internet y a la tecnología en general un carácter de herramienta electoralista que se estimula con la cercanía de las elecciones, sin duda y a mi juicio, el festejo del día internacional de Internet, será un festejo hipócrita, que puede ser evaluado como un día para enumerar frustraciones, más que para anunciar avances.
Los Estados Latinoamericanos tratan a la tecnología y al acceso al conocimiento con singular desprecio, parecería que no logran entender que cuanto más cara resulte la tecnología, más ciudadanos quedan excluidos del acceso al conocimiento.
En lugar de crear condiciones para que la tecnología llegue lo más barata posible a la mano de los ciudadanos, se afanan por colocar trabas comerciales de toda índole, e impuestos distorsivos que colocan a los dispositivos tecnológicos, más cerca de lo suntuario que de lo necesario.
Se defiende con tenacidad a la industria nacional, sin poner en la balanza el sobre costo que esto significa para los ciudadanos comunes, y con el fin de dar 100 o 200 trabajos en esta industria, se vulnera el derecho de decenas de miles de ciudadanos que no logran acceder a la tecnología, como medio para acceder al conocimiento.
No hablo de aranceles más baratos para empresas multinacionales, hablo del futuro de nuestros hijos y de la sustentabilidad de nuestras sociedades en el futuro.
La violencia es una consecuencia de la desigualdad, he visitado decenas de escritorios de funcionarios políticos de toda la región, y jamás vi un escritorio que tuviese colgado en sus paredes los objetivos del milenio.
Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos acceden, pero un enorme porcentaje de ciudadanos en toda la región han quedado fuera de las oportunidades, relegados y condenados a un futuro incierto.
Los políticos trabajan para las elecciones, y no para superar la brecha digital que va a marginar a nuestra descendencia. El peso de la exclusión es mil veces más perverso de los que fue el tema de las deudas externas latinoamericanas, podemos negociar un interés o una forma de pago más flexible, pero no podemos cortar el brazo de un excluido para que sea menos excluido.
Sinceramente cuando paso frente a una Universidad Latinoamericana tengo la misma sensación que cuando paso frente a una prisión, pienso que todos los que están adentro, están condenados. No podemos festejar el Día Internacional de Internet, cuando el 95% de los alumnos que se inscriben en las carreras universitarias de sistemas, jamás se reciben.
No obstante, quiero balancear mi opinión con un aspecto positivo y brillante. Mientras la burocracia y la ignorancia de la clase política hace desastres en el campo de la inclusión, existen excepciones como la Maestra Claudia Gomez Costa, quien enfrenta una compleja enfermedad con gran integridad y desde su Fundación instala máquinas y contenidos en escuelas diversas, desde la Puna a mas de 4000 metros sobre el nivel del mar, hasta lo profundo de Nicaragua o África.
Desde la redacción de CIO AMERICA LATINA, hemos seleccionado a la Maestra Claudia Gomez Costa, como ejemplo de trabajo, y esperanza para lograr una región libre de inequidad social, una verdadera experta de los tiempos modernos.