Decir que Internet ha cambiado nuestras vidas es, a estas alturas, un lugar común. Pero sin lugar a dudas en la actualidad son muy pocos los que tienen conciencia real de la importancia que la red ha tomado en nuestras vidas.
Y la celebración mundial del Día de Internet es una excelente oportunidad para dar luz sobre algunas cuestiones que, desafortunadamente, aún hoy pasan desapercibidas.
Podríamos hablar de cómo la revolución web ha cambiado la forma en que nos comunicamos, de cómo podemos estar conectados durante las 24 horas del día a través de nuestras netbooks, tablets o smartphones. O pensar en cómo se ha modificado el consumo de contenidos mediáticos, con cada vez más navegantes que miran televisión, escuchan radio y leen los diarios a través de la red. Pero lo que nos interesa en este caso es algo que quizás no salte tan fácilmente a la vista, pero que probablemente es aún más importante: el impacto positivo de la web en el desarrollo económico. Y, sobretodo, su influencia entre las economías emergentes.
Un reciente informe de la firma McKinsey&Co revela que un 50% de los usuarios de Internet están en los países emergentes. Y, para 2015, este número va a llegar al 61%. ¿Qué significa esto? En primer lugar, que la base de usuarios de la web es más amplia y diversa de lo que muchas veces se cree. Y que, además, las economías en desarrollo están adoptando la red de manera fuerte y rápida, ya que las nuevas tecnologías pueden convertirse en un motor importante para la innovación.
En Argentina, por ejemplo, Internet ya representa el 2% del PBI y, para 2016, va a representar el 3.3%. Esto quiere decir la participación de la economía online en el producto bruto ya supera, por ejemplo, a sectores como el de hoteles y restaurantes. Además, se calcula que cada año se crean en todo el mundo 143 mil nuevos negocios relacionados con Internet entre los países en desarrollo.
Quizás lo más interesante en este sentido es que las pequeñas y medianas empresas y los nuevos emprendimientos son los sectores que más sienten el impacto positivo de la utilización de la red. Según la consultora The Boston Consulting Group, las pymes brasileras que realizan una alta inversión en Internet están viendo crecer sus ventas un 65% más rápido que aquellas que tienen un uso bajo o nulo de la red.
Es que las ventajas de las nuevas herramientas digitales son innumerables. En primer lugar, la red les da a los negocios la posibilidad de superar las fronteras geográficas, y de competir de igual a igual con compañías de enorme envergadura. A través de las redes sociales, las empresas pueden construir una relación con sus clientes que se sostenga en una interacción de dos vías que se desarrolla en tiempo real. Además, tienen la posibilidad de construir lealtad hacia su marca, e incluso de analizar el mercado para evaluar el lanzamiento de nuevos productos y servicios.
En el marco de los sectores corporativos, la revolución digital está despertando enormes oportunidades en términos de competitividad. La computación en la nube pone a los pequeños emprendimientos frente a la chance de acceder a soluciones de clase mundial sin la necesidad de realizar inversiones importantes en infraestructura. Hoy, una compañía mediana con operaciones en Argentina, Chile o Perú puede implementar una aplicación para administración de información, operaciones de IT o relación con los consumidores que la ponga al mismo nivel que cualquier competidor de clase mundial. Y esto es posible, sin dudas, gracias a las nuevas herramientas digitales.
Internet es cada vez más importante tanto en la vida cotidiana de los consumidores como en la organización de las empresas. Los usuarios eligen cada vez más la red como plataforma para adquirir productos y servicios, y recurren a sitios web y herramientas de sociabilidad online para informarse a la hora de tomar decisiones de compra. Debemos entender entonces que la web no es simplemente un capricho tecnológico. Es un motor para el cambio y el desarrollo que presenta una enorme oportunidad para los países emergentes. De la mano de la red es posible generar más puestos de trabajo, ganar competitividad, ahorrar costos y aumentar la productividad. Estamos viviendo una etapa de cambio que, sin lugar a dudas, nos llevará hacia un mundo mejor. Tenemos la capacidad para innovar y para, de la mano de las nuevas tecnologías, impulsar el desarrollo de nuestra región. Y es nuestra responsabilidad aceptar el desafío.