Walter Isaacson lo describe como un hombre irascible, abrupto y perfeccionistas, apasionado por la creatividad y tremendamente orgulloso de su empresa, su gran creación.
De religión budista, y con poco con poco tiempo para tomar duchas, se declaraba un seguidor ferviente de las dietas macrobióticas. Así retrata a Steve Jobs, Isaacson en la biografía que escribió sobre el creador de Apple y que llegará a las librerías argentinas esta semana.
En “Steve Jobs” la biografía cuenta que el inventor de iPod y del iPad se negó a operarse durante años del cáncer de páncreas que lo llevó a su abrupto final porque optó por tratamientos alternativos en los que invirtió fortunas.
Cabe reflexionar sobre e peso que tiene para la salud de los individuos, no oír a la medicina tradicional a la hora de atender la propia vida.
Steve Jobs disfrutaba de los inventos de Apple, como cualquier cliente normal. “Su iPhone no difería del de cualquier usuario… En el abundaba música de los Beatles y de Bob Dylan, mientras que en el iPad atesoraba su película favorita ‘Toy Story’”.
Leia el negocio de la tecnología como nadie y era consciente de que el talón de Aquiles de sus dispositivos era el espacio en disco para almacenar contenido, por eso estaba “muy interesado” en iCloud , “para que no se recargaran sus dispositivos”.
En otro tramo, el libro cuenta que a una de las últimas personas que Jobs quiso ver antes de morir fue a Bill Gates, el creador de Microsoft, porque lo apreciaba y lo admiraba, aunque lo tratara con dureza en sus opiniones.