Algunos lo llamaban un tirano, otros lo consideraron un genio que cambió la vida y la cultura moderna. Pero lo cierto, es que su contribución al desarrollo tecnológico no está cerca de ser completamente apreciado y va mucho más allá de la sola innovación en el área digital. Su continua búsqueda por la perfección lo llevó a crear un modelo de producción que está completamente enfocado en la experiencia del usuario y en su consecuente identificación y aprecio por la marca.
El diseño se convirtió en un factor diferenciador de sus productos. Más allá de los avances tecnológicos, que fueron muchos y muy audaces, el look de Apple fue la clave para insertarse en el mercado de manera tan contundente. Cada nuevo dispositivo o software creado por la compañía norteamericana se convertía instantáneamente en un objeto de deseo; ofrecían un uso práctico, un placer, y a la vez, eran una muestra de estatus. Muy pocas marcas en el mundo logran ese tipo de compromiso con sus usuarios.
El espíritu de conquista de Jobs lo llevó a incursionar en mercados muy distintos, introduciendo innovaciones donde quiera que avanzaba. Revolucionó el mercado de los computadores personales, el del cine (siendo parte de la creación de Pixar), de los navegadores, los tablets y sobre todo, el de los móviles.
Probablemente su gran logro, y por el que será recordado por mucho tiempo, tiene que ver con la masificación de la tecnología touch. Sus dispositivos introdujeron una nueva forma de relacionarse con el mundo digital, haciendo de la navegación una actividad más intuitiva que nunca.
La filosofía de trabajo de Jobs define perfectamente su personalidad: “Si harás algo, hazlo grande”. Esta actitud lo convirtió en un ícono de nuestra era y todo un referente para las industrias cuyo principal capital es la innovación.
Por Javier Villagrán, Director de Contenidos y Redes Sociales de Fusiona