Resulta axiomático que las empresas multinacionales son las protagonistas excluyentes del nuevo orden dentro de la economía del conocimiento globalizada, en virtud de ello la economía mundial ha sido convulsionada por transformaciones tecnológicas e institucionales, que han exigido redefinir el nuevo orden internacional para regir las fluctuaciones económicas, como corolario de una de las crisis mercantiles mas fenomenales que la humanidad ha vivido en toda su historia.
Este prodigio, conocido como “proceso de globalización”, cuenta con dos particularidades exclusivas:
La acentuación de la competencia global y su internacionalización.
Utilizando como mercado internacional a los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), existen dos características que han resultado palpables en el análisis del desarrollo del comercio internacional en las últimas 3 décadas: la agresiva competitividad mundial en manufacturas y el incremento exponencial de la competitividad de los países en desarrollo, fundamentalmente las naciones asiáticas, en su contribución en las importaciones de manufacturas de los estados miembros de la OCDE, sobre todo las mercaderías con alto valor agregado, como la tecnología. Es necesario cuestionarse en este punto por qué las naciones asiáticas han aplicado a la oportunidad brindada por el proceso de globalización y América Latina NO.
En la década del 80 la distribución de las exportaciones de Asia en desarrollo se fraccionaba en proporciones similares tanto en recursos naturales como en manufacturas, sobre 1995 esta proporción pasó a ser de 1 a 5.
En el citado período, en América Latina esta proporción no tuvo variaciones de ninguna índole. Si realizamos un análisis del estado del arte de la competitividad de ciertos países letales para enfrentarlos comercialmente. Podemos observar una diferencia sustantiva en la orientación adoptada por “Los Tigres Asiáticos” que incentiva a las empresas industriales locales a evolucionar mediante la adopción de tecnologías foráneas para mejorar su situación competitiva, en cambio en América Latina el progreso de la situación competitiva estar carente de una política de robustecimiento del aparato productivo de cada nación latinoamericana y las pocas acciones de este tipo que podemos identificar se realizan, mayormente, a través de la inversión extranjera directa que obviamente en algún momento retira los resultados de dicha inversión desequilibrando la economía local y de la región misma, estas operaciones de montaje se caracterizan por contar con un mínimo de valor agregado de América Latina.
Si bien estas políticas generan un círculo virtuoso en la situación competitiva, las consecuencias en el largo plazo son ferozmente agresivas para las economías locales, lo cual nos lleva a pensar que si consideramos que existe el mayor grado de interrelación de toda la historia en las economías latinoamericanas, lo que afecta a uno, nos afecta a todos
El camino más corto para alcanzar un grado de competitividad internacional de largo plazo sin dudas se sustenta en una política que gratifique la inclusión de tecnología sin importar su procedencia, de manera que fortalezca el conocimiento de las empresas nacionales, para agregar valor sobre los commodity’s para que logren especializarse de forma real en los sectores más dinámicos del comercio mundial, activando así el crecimiento de la economía latinoamericana.
La carga impositiva sobre la tecnología constituye un factor de retraso y exclusión social en un mundo caótico y altamente competitivo, la aplicación de impuestos distorsivos es aún mas nefasta y no solo afecta a un país, repercute en toda la región.
La falsa ilusión de defender una industria tecnológica local es sin duda, el peor error estratégico que podemos cometer como región, sometiendo a miles para beneficio de muy pocos. Sin dudas es un tema político y estimulo la participación para el debate.
Es necesario proveer de tecnología al menor precio posible para facilitar la tarea de nuestros ingenieros y desarrolladores de soluciones tecnológicas para todos los verticales de negocio para derramar el talento sobre la economía y generar valor agregado, la plantación intensiva de soja o la explotación de petróleo son herramientas que no generan valor en el tiempo.
El secreto es tecnología y buena educación para la mayor cantidad de ciudadanos. Marcelo Lozano – Director de CIO América Latina