Cada día es más frecuente que sepamos de nuevos artefactos electrónicos conectados a Internet, ya no sólo son computadores, tablets o smartphones, ahora también existen relojes, refrigeradores y hasta pulseras con fines saludables. Todo ello nos habla de un futuro cercano donde una gran diversidad de objetos tendrá la capacidad de realizar transacciones electrónicas para intercambiar información.
Es lo que desde ambientes académicos se viene denominando como la “Internet de las Cosas” (IoT) y que augura grandes cambios en nuestra vida cotidiana y, por cierto, en los negocios.
Si hubiese que definir en una palabra la orientación de la IoT, podríamos, sin duda, hablar de inteligencia. No se trata de máquinas apoderándose del mundo ni reemplazando a las personas, sino más bien de automatización de procesos en su máxima expresión. Esto será posible a partir de la disponibilidad universal de datos en tiempo real sobre todo tipo de acontecimientos que se transformarán en información y que llevarán a tomar decisiones más rápidas y eficientes, incluso prescindiendo de intervención humana, gracias a la interacción entre máquinas previamente programadas.
Si bien hoy existen iniciativas piloto de este tipo en diversos lugares del mundo, están aún restringidas a campos muy específicos y acotados. Por ello, cuando la IoT se amplíe estaremos hablando del surgimiento de verdaderas “ciudades inteligentes”, en donde muchas de las tareas cotidianas que se realizan manualmente, como determinar el consumo de servicios domésticos, será totalmente automático y en tiempo real.
Hablamos de ciudades en donde usted podrá desplazarse hacia algún edificio y se le indicará inmediatamente en qué lugar hay estacionamiento disponible, cuál es la ruta apropiada al tráfico vehicular del momento, y en donde la seguridad, la energía, la contaminación, la iluminación, entre muchos otros elementos, estarán monitoreados por dispositivos enviando datos permanentemente, determinándose, a partir de ello, decisiones. Lo propio acontecerá en nuestros hogares, en donde, por ejemplo, a partir de los datos enviados por nuestros dispositivos portátiles o los artefactos domésticos veremos notablemente simplificadas nuestras rutinas cotidianas.
En un escenario como el descrito, naturalmente, los negocios cambiarán. No sólo porque habrá una integración completa con la cadena de valor de las empresas sino porque cada una de ellas podrá conocer al instante las demandas exactas de sus clientes. Se trata de negocios inteligentes, en donde el viejo principio de “conocer al cliente” se materializará completamente, pudiendo predecirse su comportamiento, necesidades e inquietudes en tiempo real. Esto permitirá llevar la satisfacción del cliente a niveles inéditos, automatizar todo tipo de procesos y eliminar casi completamente la incertidumbre en la toma de decisiones. No es fantasía o futurismo. En cierta medida, mucho de ello ya es posible hoy, sólo que con la madurez de la IoT estas tendencias serán llevadas al extremo, concretando la antigua promesa de la tecnología: facilitarnos las cosas.
Parte de lo que hoy hablamos se comenzará a masificar en un horizonte aproximado de diez años. Ello implica, sin embargo, tomar hoy decisiones estratégicas para definir cómo adaptaremos nuestro negocio a ese nuevo escenario. Temas como el almacenamiento, administración y resguardo de los datos, que se duplican prácticamente cada 18 meses, el Cloud Computing y la movilidad, entre otros, son factores que las organizaciones deben abordar para allanar el camino y ser parte plena de los negocios inteligentes.
Por su parte, los países, los proveedores de servicio y los proveedores de tecnologías deben ofrecer respuestas a esas empresas y organismos para hacer posible que la infraestructura apropiada para soportar ese inmenso tráfico de información esté disponible oportunamente. La IoT con un mundo totalmente digitalizado e interconectado, ya comenzó. Los futuros negocios inteligentes serán posibles sólo a partir de decisiones inteligentes que hay que empezar a tomar desde hoy.
Por David Iacobucci, Gerente General de Level 3 Chile