Según datos de Pew Research Center, actualmente un 43% de la población mundial tiene teléfonos inteligentes, aspecto a destacar en lo referente a políticas BYOD.
CIO América Latina/Mario A. Beroes R./@marioberoes22
Juan Pablo Saavedra, especialista en Seguridad y Networking, acude a las cifras y señala que en Chile, su país de residencia, el uso de teléfonos inteligentes alcanza un 65%, “y si lo contrastamos con Corea del Sur, la cifra alcanza el 88%. Y el impacto no solo se refleja en el mercado, sino que también en el día a día de las personas. Con aplicaciones para hacer deporte, comer o incluso poder trabajar”.
Añade que cifras de ese calibre dan lugar a la implantación del BYOD, “pero no puede dejarse a la espontaneidad, sino que debe ser planificada y recogida en políticas de seguridad diseñadas específicamente para cada empresa”.
“Con el aumento del uso de smartphones, los trabajadores empezaron a usar múltiples aplicaciones entre ellas el correo corporativo, acceder a webs y a comunicarse con herramientas de mensajería móvil como WhatsApp para tratar temas de trabajo. Con este nuevo cambio de paradigma las empresas han adoptado tendencias como el BYOD”.
Considera Saavedra, que para implementar dicha tendencia es importante que las organizaciones tengan políticas claras, en donde se involucre a todos los usuarios, para instaurar controles de acceso a la información y se cree conciencia en las personas, ya que se vuelve necesario resguardar los datos que contienen estos dispositivos a través de herramientas que permitan por ejemplo un bloqueo o un borrado remoto del equipo en caso de que algo ocurra.
-Un aspecto fundamental en la adopción de políticas BYOD es la concienciación y formación de los usuarios en distintas dimensiones: desde la utilización y securización de los dispositivos, a la concienciación del uso para que reducir los riesgos de phishing, instalación de malware y cualquier otro engaño orientado a la obtención de contraseñas, vulneración de la seguridad y privacidad que pueda poner en riesgo la información.
En resumen, que los empleados utilicen sus propios dispositivos para el trabajo es algo que tiene que estar controlado: la implantación del BYOD no puede dejarse a la espontaneidad, sino que debe ser planificada y recogida en políticas de seguridad diseñadas específicamente para cada empresa.