Para SAP, los avances en la supercomputación y la transformación digital obliga a la directiva a coneptualizar los negocios de manera flexible. Y es que las empresas ya no funcionan como máquinas.
En uno de sus más recientes post, SAP aborda la pregunta sobre cuál es el aporte de la inteligencia artificial en el futuro de los negocios. Juniper Research, ya se ha dado a la tarea de marcar tendencias y predijo que los proveedores de servicios que ofrecen aprendizaje automático asistido por técnicas de bid & optimisation, cercanos a la supercomputación y la inteligencia artificial, se espera que generen un volumen de ventas cercano a los 13.400 millones de dólares en 2021. Se trata de una tendencia creciente que pone nuevos retos a la gestión de los negocios.
Para SAP, empresa que hoy explora los alcances de la supercomputación bajo el paradigma de SAP HANA, asumir la empresa como un sistemaa flexible, permite al liderazgo ejecutivo y tecnológico valorar su condición de sistemas abiertos en constante evolución. Los sistemas flexibles se caracterizan por las redes dinámicas de agentes que interactúan entre sí y con el entorno. Los sistemas flexibles complejos incluyen las colonias de hormigas y de abejas, el mercado de valores y los ecosistemas biológicos, así como también las organizaciones humanas, como los partidos políticos, las empresas y las ciudades. Y, debido a su capacidad modificarse, no se puede predecir el comportamiento de todo el sistema simplemente analizando las partes de forma aislada.
Hoy, en la la economía del conocimiento, tendemos a predecir cómo marcha el negocio midiendo los componentes clave: ventas, finanzas y RR. HH. Sin embargo, este análisis sería preciso solamente si el mundo corporativo fuera un sistema cerrado, como sucedía años atrás. Históricamente, concebíamos a las empresas como máquinas. Creamos el organigrama para dividir el trabajo en las áreas de finanzas, ventas, operaciones, etc. Elaboramos flujos de trabajo que procesan recursos y los transforman en resultados: materias primas en productos, clientes potenciales en clientes y reclamos en soluciones.
Por lo tanto, ¿qué sucede cuando concebimos una empresa como un organismo flexible más que como una máquina estable? Podemos acceder a una variedad de estímulos en constante cambio para decidir de forma inmediata la mejor forma de proceder.
La inteligencia artificial permite predecir y ganar
Para competir, las empresas deberían usar tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial (IA), para comprender el volumen de recursos que crece de manera exponencial. Este enfoque permite la comunicación bidireccional entre humanos y sistemas, además de la oportunidad de aprovechar al máximo las capacidades con bajo nivel de fricción.
Las interacciones naturales que eliminan los aspectos innecesarios de la vida laboral nos permiten aprovechar la hiperconectividad. Estas capacidades fomentan una mayor facilidad de uso, requieren menos entrenamiento y aceleran los tiempos para obtener información valiosa. En esencia, la rígida maquinaria corporativa del pasado se transformó en un organismo receptivo: una empresa conectada.
Una empresa conectada es un sistema flexible complejo que funciona como un organismo más que como una máquina. Tiene una red de cerebros, ojos y orejas distribuida en todos lados, ya sean empleados, socios, proveedores, clientes o dispositivos.
Al concebir conexiones, se concibe una empresa impulsada por la gente. Pero lo más importante es que genera agilidad, solidez, productividad y longevidad: todas las características de un negocio en vivo. Y, cuando la empresa responde de forma dinámica a los cambios, asimila y se adapta en un entorno incierto, ambiguo y en constante evolución, además de aprender continuamente a medida que crece.