El 10 de julio de 2008 es una fecha puntual en la historia de la industria móvil. Apple pone a la venta la primera versión de su App Store. Lo que verdaderamente cambió la industria para siempre fue el hecho de que la compañía de Steve Jobs comenzaba a apropiarse de un negocio que, hasta entonces, siempre había estado en manos de las operadoras: el de la venta de contenidos, y el de la gestión de todos los servicios de valor agregado.
Los teléfonos comenzaban a contar con conexiones de datos que les permitían acceder a Internet sin ninguna restricción; ventaja que aprovechó Apple para concentrar las gestiones del App Store de su lado, y convertirse en el único canal mediante el cual los usuarios pueden adquirir las aplicaciones para sus teléfonos, cobrando un 30% de comisión en cada venta.
Hasta ese momento, los pocos contenidos que permitían ampliar la experiencia que ofrecía un teléfono, prestaciones como fondos de pantalla, ringtones, y juegos muy sencillos, eran vendidos directamente por las operadoras, o por agregadores de contenidos que se conectaban a sus redes y compartían con éstas las ganancias. Si bien este modelo hoy sigue vigente, su magnitud palidece frente al mercado de las aplicaciones.
Meses después Google replicó el modelo en su Android Market, hoy Google Play, y Blackberry y Nokia hicieron lo propio arrebatándole una potencial fuente de ingreso enorme a las operadoras móviles.
De acuerdo con la consultora Gartner, para el 2017 se habrán bajado un total de 268 mil millones de aplicaciones móviles a través de todos estos canales, lo que habrá representado una facturación total de $77 mil millones de dólares, según un informe dado a conocer la empresa Vrains.
La mayoría de éstos quedará del lado de los desarrolladores y de un puñado de empresas como Apple, Google, Microsoft, y en menor medida Samsung y Amazon, y virtualmente nada quedará en mano de las operadoras; éstas operan simplemente como una autopista a través de la cual ocurren las transacciones, facturando solamente por el uso de sus planes de datos.
Según la empresa Varins en su informe, las operadoras han comenzado a replantearse su rol en este negocio, y a trabajar en opciones que les permitan volver a tomar un rol activo en la distribución del contenido.
El caso Latinoamérica
El crecimiento de la adopción de los smartphones, potenciada en nuestra región por la mayor disponibilidad de dispositivos de gran calidad en las gamas media y baja, trae aparejada una oportunidad para los operadores. Se trata del “carrier billing”.
América Latina tiene un bajo índice de bancarización. En Argentina, por ejemplo, solamente el 33,1% de los adultos posee una cuenta bancaria, y apenas el 29,8% tiene acceso a herramientas financieras como tarjetas de crédito. Esto significa que, aunque crezca el mercado de los teléfonos inteligentes, compañías como Apple, Google y Microsoft están limitadas en su capacidad de monetizar con sus tiendas de aplicaciones, porque no disponen de un método viable para comprar aplicaciones pagas, ni para hacer compras dentro de la aplicación.
Por esta razón, según los datos aportados por Vrais, una oportunidad queda en manos de las operadoras que ya tienen relación hasta con los nuevos usuarios que, o bien les pagan un plan mensual, o les compran minutos y packs de datos a través de recargas.
El carrier billing, es decir, la posibilidad de cobrar a través de la factura, o deduciendo del crédito de una recarga, es un mecanismo que les permite a las tiendas de aplicaciones venderles sus apps y otros contenidos a los usuarios permitiendo que éstos paguen a través de las operadoras, las cuales a su vez cobran una comisión de entre el 25% y el 40% por sus servicios como intermediarias.
De acuerdo con BI Intelligence, hacia 2017 se habrán comprado unos $13 mil millones de dólares en aplicaciones móviles a nivel mundial, pagando con este sistema.
El carrier billing le abre las puertas a millones de usuarios a consumir contenidos tan variados como juegos, aplicaciones de todas las categorías, y hasta libros, películas y música, pagando de una manera que les resulta predecible, segura y conocida, y accesible incluso si no cuentan con una tarjeta de crédito, una cuenta bancaria, o alguna otra herramienta financiera.
¿Tienda propia para operadoras?
Lanzar sus propias tiendas resulta una posibilidad muy atractiva para las operadoras. Y es que, con millones de usuarios, y el control de la venta de gran parte de los equipos del mercado, las operadoras tienen un enorme público con el que tienen un canal directo de comunicación, y al que podrían venderle contenido y aplicaciones de todos los tipos, llevándose ellas ese 30% de comisión, o una cifra similar, sin entregarle el negocio a otras compañías.
Al mismo tiempo, esto las ayudaría a incentivar un mayor uso de los teléfonos por parte de los usuarios, apalancando sus servicios de datos y banda ancha móvil.