América Latina crece a la sombra de la nueva Economía del Conocimiento, los cambios que esta nueva realidad está provocando en nuestras sociedades son propios de un modelo de destrucción creativa.
Este proceso refleja un concepto ideado por el sociólogo alemán Werner Sombart y divulgado por el economista austriaco Joseph Schumpeter en su libro Capitalismo, socialismo y democracia.
En esta obra se describe el proceso de innovación que tiene lugar en una economía de mercado en el que los nuevos productos destruyen viejas empresas y modelos de negocio.
Schumpeter demuestra que las innovaciones de los emprendedores son la fuerza que hay detrás de un crecimiento económico continuo a largo plazo, aunque de ello resulte dar por tierra a viejos conceptos y compañías bien establecidas.
El proceso de Destrucción Creadora, descripto por Schumpeter, es el hecho esencial del capitalismo, que ha impactado en los viejos conceptos de gobierno y en su relación con el ciudadano.
La tecnología irrumpe en el campo político en la década del 90, pero no fue hasta este siglo que pudimos consolidar conceptos y comprender cabalmente los efectos de la fuerza transformadora que dimos por llamar “Sociedad del Conocimiento”.
Resulta claro remarcar que esta singular visión ha colocado un nuevo patrón de valor en la sociedad, de la misma forma que las reservas económicas de un país fueron centrales para la economía en la revolución industrial, hoy el IQ de los habitantes marca el potencial de desarrollo que una nación tiene dentro de esta economía tan dinámica.
Cuando hablamos de Gobierno Electrónico, Sociedad Digital, Ciudades Digitales, solo nos referimos a pequeños segmentos que describen la dinámica que la sociedad toda ha suscripto en el marco de la economía del conocimiento.
Aquí es donde resulta fundamental la integración del ciudadano a la economía del conocimiento, porqué en este nuevo escenario condena a los excluidos al estado de parias sociales, con escasas posibilidades de trascender en un entorno altamente competitivo.
Gracias a la tecnología y fundamentalmente a las redes sociales, la democracia se ha vuelto un modelo de participación activa en donde el ciudadano es el centro de este nuevo esquema y los servicios que ofrece el gobierno son periféricos a la necesidad de cada individuo.
Son muy pocos los gobiernos que han interpretado el verdadero valor de una Ciudad de Conocimiento, son muy pocos los que han creado de manera responsable los canales para que ciudadano tenga acceso a oportunidades en una economía hostil y cambiante.
Desde Oclix Gruop estamos convencidos de este nuevo contexto económico y asesoramos y acompañamos a los gobiernos para desarrollar políticas activas en este sentido.
La valoración del ciudadano como eje central de la sociedad del conocimiento, nos da una visión pragmática y real de la problemática y nos permite acompañar a los tomadores de decisiones en crear herramientas superadoras con capacidad de influir positivamente en la vida de los ciudadanos.