Aún recuerdo que fácil y feliz era vida cuando manejábamos las viejas PC XT y AT, sin tantos problemas de seguridad. Un puñado de buenas prácticas mantenía a salvo toda nuestra información personal y de negocios.
Sin dudas Dilbert fue un adelantado a esta época, al sostener que la única máquina segura era la que estaba desenchufada de la red eléctrica y de Internet, ubicada dentro de una caja fuerte.
Hasta los primeros años de la red mundial, con mantenerse cautos con el correo electrónico y no abrir ni links, ni adjuntos de desconocidos, todo marchaba a las mil maravillas, sin generar mayores complicaciones.
Luego vino la creación de las redes sociales.
Facebook, Twitter, LinkedIn entre otras redes son parte de mi trabajo y de mi vida profesional, y si bien trato todo el tiempo de generar mejores prácticas de forma constante en este sentido, la insistencia persistente de aplicaciones como Mafia Wars o Farmville, han despertado mi curiosidad, aún sabiendo el enorme riesgo que corren los datos, ya que estas aplicaciones son plataformas ideales para “el lado oscuro”.
Cambio regularmente mis contraseñas, aunque en lo personal creo que las contraseñas no son útiles bajo ningún concepto, apenas constituyen un umbral de dificultad leve para un profesional entrenado con ganas de obtener datos sensibles.
Habitualmente se discute si las medidas de seguridad tienen un retorno de inversión claro, si valen la pena o no. Es necesario tener en cuenta el punto de vista desde el cual se examina la cuestión. A menudo estas consideraciones son para el usuario de Windows, por lo que la atención se centra todo el tiempo en el trabajo que realizan para entrar contraseñas largas o navegando a controles de seguridad, esto se traduce en millones de horas de productividad perdida.
Puedo metabolizar esto y comprarlo.
Lo que no puedo comprar es que la mayoría de los trabajadores serían mucho más productivos si los liberamos de estos controles. Los usuarios finales, ya sean clientes del banco o sus propios empleados, son sin dudas el eslabón más débil de la cadena de seguridad. No nos engañemos: los controles de seguridad son para poder proteger el negocio por arriba de los propios individuos.
En la actualidad me cuesta entender el fervor que han despertado las nuevas aplicaciones de Twitter, que marca la ubicación exacta desde la que se está “twitteando”, hay normas de sentido común que me impiden ver la utilidad de esta aplicación, en un mundo tremendamente inseguro.
Tampoco encuentro sentido a divulgar públicamente que estoy almorzando en Cabaña Las Lilas, o de compras en el Paseo Alcorta, quizás he abusado al ver tantas repeticiones de El Padrino, pero me resulta casi obvio.
Creo que el “NetSapiens” como especie es lo suficientemente inteligente para entender que información es sensible a su vida y que información no lo es, creo que un código de buenas prácticas sobre redes sociales, sería un verdadero insulto a la inteligencia del individuo, o no?
Seguridad o Reputación
Personalmente creo que es un problema de seguridad si no se tiene en cuenta la reputación de cada uno o de la empresa en línea
La reputación en línea es la expresión pura de la percepción de usuario, que surge de una ecuación técnico-relacional de consecuencia plenamente voluble en función su receptor.
Cuando Usted sube información personal o de su empresa a la web debe saber que: cada usuario combinará la información localizada online sobre el objeto de evaluación reputacional con sus valoraciones compuestas, uniendo cabos con creencias anteriores, y sacará su propio juicio de valor o deducción sobre ese punto de valoración reputacional justo en ese instante. Demasiada ventaja si hablamos de seguridad personal o digital.
Esta ecuación solo puede resolverse si colocamos la información necesaria para resolver las incógnitas que no queremos mostrar al público.
Por Marcelo Lozano – Director de CIO América Latina